¡Bienvenido!
Has llegado hasta aquí porque Dios tiene un propósito contigo. ¡Sí!
Cuando Jesucristo estuvo en esta tierra, viviendo como humano, dejó las más hermosas enseñanzas para disfrutar de esta vida, pero aún más, para tener la esperanza de una vida mejor. Vino a establecer un reino: el Reino de la Gracia. La gracias es un don inmerecido; pero Él la estableció para darnos la oportunidad de creer y obtener esa nueva vida. «El que creyere y fuere bautizado, será salvo…» (Marcos 16:16). Sabía, además, que no iba a ser fácil. Por eso rogó no «solamente por éstos, [los once apóstoles] sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos…» (Juan 17:20). Cristo pensó en ti y rogó por ti.
Pero, no basta solo creer. Cristo se presenta a sí mismo como «El Pan de Vida». (Juan 6:51). Y «Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.» (Juan 6:53-54). Comer su carne y beber su sangre implica hacer su voluntad. Una acción de parte tuya debe ser hecha. No es solamente aceptar que Él es Dios, que él es tu Salvador; sino es hacer lo que el te dice que hagas para poder ser tu intercesor. Es llenarte de él; es imitarlo a él.
El Apóstol Pablo pudo decir, inspirado por el Espíritu Santo, «Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo.» (1 Corintios 11:1). Y, además, «…ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.» (Gálatas 2:20).
Deseamos que, a través del recorrido por este sitio, puedas aprender la buena voluntad del Señor. y adentrarte a hacer su voluntad.
Recuerda: Creer en Dios no es suficiente.